Odio los eufemismos…
Decimos “personas pequeñas” en vez de decir enanos, usamos “afroamericanos” o “personas de color” en vez de negros, empleamos “adultos mayores” en vez de ancianos.
De seguir por ese camino, al rato los gordos serán “personas con dimensiones diferentes” o “personas de mayor volumen” y los calvos serán “personas con discapacidad capilar” o “personas con frentes más amplias”. Quizás en un futuro los ladrones serán “personas con necesidad de obtener artículos con facilidad” y dejaremos de decir asesinos para referirnos a ellos como “personas con tendencia a extinguir vidas”.
Para mí, lo verdaderamente peligroso es que estos eufemismos son parte de todo lo que está mal con este mundo. Muestran que, como sociedad, somos incapaces de ser sinceros y decir las cosas tal como son.
La principal razón por la cual se usan estos eufemismos es para combatir y abatir la intolerancia; pero, ¿quién es más intolerante? ¿Aquel que le dice “persona pequeña” en público y que por dentro piensa “pinche enano” o quien le dice “enano” de cariño y de verdad lo quiere?
Los eufemismos son máscaras, caretas con las que la sociedad busca hacer más aceptables a aquellas personas que ella misma ha renegado.
¿Por qué nos referimos a los discapacitados como “personas especiales” o “con capacidades diferentes”? Todos somos especiales desde el punto de vista de que nadie es como nosotros. Todos somos únicos. ¿”Capacidades diferentes”? ¿Pueden volar o tienen visión de rayos X?
Todos tenemos defectos, pero también todos tenemos virtudes. La solución no es tapar los defectos o hacerlos aceptables, sino resaltar las virtudes y aceptar a las personas tanto con sus virtudes como con sus defectos. Stephen Hawking es una de las mentes más brillantes de la historia, a pesar de su grave discapacidad que lo tiene postrado en una silla de ruedas y que provoca que cada frase suya requiera un esfuerzo enorme. Sin embargo, nadie le dice “persona especial” o “con capacidades diferentes”, es un genio y todo lo demás, pasa a segundo plano.
Yo quiero a mis amigos por quienes son, no por como luce el envase en el que vienen. Tengo un amigo a quien afectuosamente llamo “mi amigo de chocolate”. En mis palabras no hay racismo, porque no recibe un trato diferente a los demás por tener la piel morena. Lo quiero por quién es.
Pero, además, en los eufemismos hay una gran hipocresía oculta. En las películas estadunidenses, actores como Will Smith y Eddie Murphy pueden usar la palabra “negro” y hacer burla de cuanto estereotipo existe sobre esa comunidad. La gente ríe y el público es feliz. Pero pobre de aquel tipo blanquito, de aquel caucásico, que diga negro en vez de afroamericano. La sociedad entera lo reprueba y casi lo quema vivo como lo hacía Torquemada durante la Inquisición.
Tal vez, algunas personas criticarán o se enojarán por este post, pero eso precisamente probará mi punto. Aquellos que lo acepten, serán parte del escuadrón encargado de cambiar a este mundo. Serán integrantes de un equipo que ve las cosas como son y valora a las personas por quienes son, sin importar si son enanos, gordos, discapacitados o simple y sencillamente bastante feos.
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